En cada instante hay una frase
O sobre cómo escribir de manera inconsciente. Décimo octava entrega de A Quien Corresponda. Hoy escribe: Ana.
Querido Fidel,
Hoy no sabía qué escribirte y me dormí una siesta.
Soñé que tenía que pensar ideas para escribir un cuento pero no se me venía ninguna. En el sueño tenía un focus group que me miraba expectante, con lapicera y anotador en mano, listos para escuchar alguna idea brillante que madurara en mi cabeza. Mientras tanto, tirada sobre un colchón, daba vueltas para un lado, para el otro, miraba el techo, me tiraba de los pelos tratando de exprimir algo.
Hasta que se me ocurrió. Me incorporé. El focus group se sentó en el borde de la silla, destaparon las lapiceras, me miraron con los ojos bien abiertos y un entusiasmo contenido. Yo grité para que la idea no se me escapara: “¿Cómo se sentirá vivir adentro de un cascabel? ¿O entre los pétalos de una flor? ¿Cómo se sentirá ser del tamaño de un alfiler de gancho? ¿O bañarse en una gota de agua? Imaginen una existencia así de diminuta”.
Mi focus group me miró perplejo, podría decirse que estaban preocupados. ¿Por mi salud mental? ¿Por mi entusiasmo injustificado? Me dijeron que mi historia no tenía pies ni cabeza, que sí, este ser era diminuto pero… ¿Y qué? No había historia.
Para mí era suficiente que fuera diminuto, me desconcertaba que eso no fuera algo digno de contar por sí solo. Pero el focus group esperaba algo más.
Esta carta tampoco tiene pies ni cabeza. Como la entrada de un diario de escritura en un día en el que no pasa mucho: solo una idea que aparece cuando apagamos la cabeza. Me quedé pensando en estos seres diminutos y en por qué quería contar su historia.
Te dejo un ejercicio de escritura ideal para cuando las ideas no vienen (que suele ser cuando las estamos esperando explícitamente y no dejamos que nos sorprendan):
Escribí durante 5 minutos cronometrados sin pensar, sin levantar la vista, sin detenerte, sin tachar ni corregir ni releer. Sin juzgar, anotá cada pensamiento, palabra o frase que se te cruce por la cabeza. Una vez que hayan pasado esos 5 minutos podés bucear en ese material probablemente caótico para ver si hay algo que te interese rescatar.
Este es un ejercicio de escritura automática, una técnica surrealista para acceder al inconsciente. El objetivo es pescar aquello que aparece no pensado, no subjetivado en las profundidades de los sueños o el azar. Se trata de colonizar ese lugar de no saber. La escritura automática impone un presente absoluto, donde cada frase es un nuevo comienzo y la idea de lo “anterior” o de la “cohesión” queda anulada.
Te dejo algunas recomendaciones de André Bretón para realizar este ejercicio:
Pidan que les traigan con qué escribir, tras haberse instalado en un lugar que sea lo más favorable posible para la concentración del espíritu sobre sí mismo. Entren en el estado más pasivo o receptivo que puedan. Prescindan de su genio, de su talento y del genio y el talento de los demás. Digan hasta empaparse que la literatura es uno de los más tristes caminos que llevan a todas partes. Escriban rápido, sin tema preconcebido, escriban lo suficientemente rápido para no tener que frenarse y no tener la tentación de leer lo escrito. La primera frase se les ocurrirá por sí misma ya que en cada segundo que pasa hay una frase, que desea salir. Sigan todo el tiempo que quieran.
¡Espero que disfrutes de esta escritura sin juzgar!
Un beso,
Ana